Declarado junto a la ciudad de Trinidad como Patrimonio de la Humanidad en 1988, el Valle de los Ingenios se alza como uno de los lugares de mayor interés para comprender el auge económico de la producción azucarera que tuvo lugar en Cuba y la arquitectura colonial que esta propició en la ciudad trinitaria durante la primera mitad del siglo XIX. Las extraordinarias condiciones naturales que hicieron al lugar escenario de esta actividad es fácilmente apreciable en el Mirador de la Loma del Puerto, que además de una excelente vista del Mar Caribe, las montañas del Escambray y el Valle de San Luis, tiene uno de los canopy tour más largos del país.
Como parte de la experiencia azucarera es recomendable el visitar las ruinas del antiguo ingenio de Manaca-Iznaga, con su hermosa casa hacienda y una torre de 45 metros de altura a la que aun hoy se puede subir y que en tiempos coloniales sirviera para vigilar a los esclavos y sonar la campana en caso de fuga. También San Isidro de los Destiladeros se alza como uno de los sitios de mayor importancia arqueológica del país en lo que respecta a patrimonio agro-industrial, al mostrar al visitante todas las antiguas estructuras que componían un ingenio de su tipo.