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Castillo de San Severino
El Castillo de San Severino, en sus inicios Fortaleza de San Carlos de Manzaneda, es una visita obligada en su paso por la ciudad de Matanzas, pues fue esta la edificación más importante de su época. Se encuentra ubicada al noreste en la carretera que conduce a La Habana, próximo al litoral y dentro de la Bahía de Matanzas.
Si ha soñado alguna vez con viajar al pasado, le adelantamos que durante su visita revivirá la época de 1693, cuando las autoridades de la ciudad de Matanzas necesitaron construir un fuerte que los defendiera de los ataques de corsarios y piratas, y por su ubicación seleccionaron este sitio. Luego de muchos años de duro trabajo, la fortaleza fue inaugurada en 1745. La misma cuenta con cuatro bastiones trapezoidales, realizados con mucha simetría, comodidad y firmeza, para defender a la ciudad sirviendo como vigía del puerto. En esta primera etapa funcionó como Fortaleza militar, con su forma de castillo medieval de estilo renacentista.
En 1762, ochenta hombres armados al mando de un capitán, procedieron a destruirlo para evitar que el castillo cayera en manos de los ingleses que en ese momento estaban ocupando La Habana. Cuando los ingleses dejaron la isla, el castillo fue reconstruido. En la rehabilitación participó mano de obra esclava, obligada a trabajar a destajo para reconstruir la edificación más antigua del territorio.
El Castillo de San Severino de Matanzas fue una fortaleza militar y como tal, también funcionó como prisión. Luego tendría otros usos: como Aduana y como sede de la Comandancia del sistema defensivo de la Ciudad. Otro aspecto que no podía faltar en la vida interna de las fortalezas, era el sistema religioso. Desde su inicio San Severino contó con capilla y sacristía que aún conserva y el visitante podrá contemplar.
Además de los valores arquitectónicos que lo trasladarán a la época, por ser el único exponente de la fundación de la ciudad aún en pie, el Castillo tiene el atractivo de ser actualmente sede del Museo de la Ruta del Esclavo.
Sus valores históricos, arquitectónicos y funcionales lo hicieron merecedor de la condición de Monumento Nacional en el año 1978.
Si ha soñado alguna vez con viajar al pasado, le adelantamos que durante su visita revivirá la época de 1693, cuando las autoridades de la ciudad de Matanzas necesitaron construir un fuerte que los defendiera de los ataques de corsarios y piratas, y por su ubicación seleccionaron este sitio. Luego de muchos años de duro trabajo, la fortaleza fue inaugurada en 1745. La misma cuenta con cuatro bastiones trapezoidales, realizados con mucha simetría, comodidad y firmeza, para defender a la ciudad sirviendo como vigía del puerto. En esta primera etapa funcionó como Fortaleza militar, con su forma de castillo medieval de estilo renacentista.
En 1762, ochenta hombres armados al mando de un capitán, procedieron a destruirlo para evitar que el castillo cayera en manos de los ingleses que en ese momento estaban ocupando La Habana. Cuando los ingleses dejaron la isla, el castillo fue reconstruido. En la rehabilitación participó mano de obra esclava, obligada a trabajar a destajo para reconstruir la edificación más antigua del territorio.
El Castillo de San Severino de Matanzas fue una fortaleza militar y como tal, también funcionó como prisión. Luego tendría otros usos: como Aduana y como sede de la Comandancia del sistema defensivo de la Ciudad. Otro aspecto que no podía faltar en la vida interna de las fortalezas, era el sistema religioso. Desde su inicio San Severino contó con capilla y sacristía que aún conserva y el visitante podrá contemplar.
Además de los valores arquitectónicos que lo trasladarán a la época, por ser el único exponente de la fundación de la ciudad aún en pie, el Castillo tiene el atractivo de ser actualmente sede del Museo de la Ruta del Esclavo.
Sus valores históricos, arquitectónicos y funcionales lo hicieron merecedor de la condición de Monumento Nacional en el año 1978.